sábado, 27 de junio de 2009

Carta de la Maestra Catalina Soto Cota


Porque nuestros hijos e hijas son fuente de inspiración y dedicatoria, ¡No a la impunidad: justicia ejemplar!

Porque no nos destruyeron cosas u objetos; porque nos dieron en la fibra más sensible, nos asfixiaron y quemaron a niñas y a niños y con ello la esperanza de futuro, no permitamos que una vez más nos arranquen nuestra legítima aspiración de justicia, refrendamos la dignidad y el valor de la persona humana.

"El Movimiento Ciudadano por la Justicia 5 de Junio" convoca a toda la sociedad sonorense, para que salgamos a la calle el próximo sábado 27 de junio a las 6 de la tarde para expresar nuestro reclamo de justicia de manera simultánea, en todas las poblaciones del estado de Sonora. En Hermosillo la manifestación partirá de la Plaza Zubeldía hacia la Plaza Zaragoza y regresará al punto de partida para concluir en una ofrenda a cargo de diferentes artistas y grupos culturales.

Exhortamos a nuestra gente de todos los municipios a participar en las marchas simultáneas, a:



  • colocar altares,


  • ofrendas infantiles y crespones;


  • a portar bandas, moños y listones negros y blancos en señal de duelo en las casas, centros de trabajo, automóviles y en prendas de vestir,


  • a subrayar la palabra justicia en los vidrios de los autos.

A nombre de los padres de familias afectadas y de los integrantes del "Movimiento ciudadano por la Justicia 5 de junio", reiteramos nuestro reconocimiento y agradecimiento por la valiosa colaboración.


Mtra. Catalina Soto Cota
Representante del Movimiento Ciudadano por la Justicia cinco de Junio
y Titular de la Comisión de Derechos Humanos y Universitarios

1 comentario:

Unknown dijo...

El niño más bello, es el que cada madre tiene. José Martí.

Mujeres de Sonora, madres ustedes y nosotras.

Un aire nauseabundo, de muerte, ningún olor, sólo muerte. Sin miedo, sólo dolor, dolor extraño, de descrédito, de pasmosidad, de desaliento que apaga, que aniquila.

Ese par de ojos, brillo de ángel. Bracitos, bendita enredadera, por el cuello, por las piernas, por todas partes, como su cuerpo, como su risa. Nunca se irán.

Cada madre, de esta nuestra destrozada patria, imaginamos todo, casi perdidas en la nada por este pensamiento, por esta gran indignación, otra vez la indignación por la superlativa perversidad, por la creciente maldad, por la creciente insensibilidad.

Han declarado delito menor.

Porque estos ángeles benditos, ahora mártires, no eran los hijos de ellos, porque los hijos de ellos no van a una bodega, ni a un socavón, ni a una aula improvisada. Porque a esos sus hijos que el retorcido destino quiso dejarlos donde hay abundancia de vestidos, de viandas, de cuidados extremos, de vigilancia máxima. Sí, porque son los hijos de ellos, que se trasladan con escoltas por la ciudad, en coche blindado, o en helicóptero. Sí, ellos tienen que llegar a la escuela, al club, a tiempo. Deben regresar a casa, a salvo, cada día. Niños ellos, niños los nuestros. La desigualdad nos desangra.

Lo hacen con nuestro dinero, el dinero que pertenece a todos. El abuso desmedido, desquiciado, contra nosotros.

Este revoltijo de ideas, esta mezcla de sentimientos que ha quitado el sueño a cada madre de este país, las que hemos pasado por una guardería para asegurar a nuestros críos, podemos llorar con estrujante dolor por esos inocentes, por esos niños que nacieron portando el mismo derecho a un destino de luz.

Se ahonda la protesta, se derrama el vaso, nuestras manos se alzan en puño, aquí y allá para gritar, para exigir que calle la mentira, para que caigan esas manos que nunca han sido limpias, porque el lodo y la sangre están ocultos debajo de su piel, aborrecible, repulsiva. Manos que saludan, que decretan, que firman para la complicidad. Falsas porque no han tocado la verdad, porque no desean hacerlo.

Esas manos que no quisieron evitar la tragedia, que no activaron la palanca para que unas guarderías se erigieran dignas, acogedoras. Esas manos que han provocado el llanto que nos oprime el pecho, que nos mantiene el pensamiento triste.

Sepan ustedes madres de corazón rasgado por tan profunda pena, que va hasta ustedes nuestro solidario abrazo, y sepan que no pudimos contener las lágrimas, los millones de lágrimas por sus niños, que los sentimos un poco nuestros.

Queda la búsqueda, hasta encontrar. Somos todas, somos todos. Nos encontraremos.


Alma Yolanda Osuna Aguirre
Guadalajara, Jalisco